La planificación de los programas constituye una respuesta adecuada para que aquellas personas, especialmente las que sufren un trastorno mental grave, puedan mantenerse integradas en la comunidad y en el entorno en que viven, a pesar de las dificultades que conlleva la propia enfermedad.
Para ello se trabaja en coordinación con los servicios de salud mental.
Los programas de rehabilitación exigen intervenciones, con actuaciones multidisciplinares sobre el paciente, sobre áreas como la familia, el trabajo, orientación vocacional y laboral, residencia e integración comunitaria.
Pero es el propio individuo quien se recupera, a través de los medios facilitadores, servicios que los profesionales y la comunidad gestionan.
Las actividades terapéuticas rehabilitadoras pretenden lograr la inserción comunitaria, evitar hospitalizaciones y recaídas, fortalecer la capacidad individual para restaurar la personalidad, promover actitudes y aptitudes adecuadas para una vida normalizada y facilitar el acceso al empleo como instrumento de integración personal y social.
Los principales beneficios de estos talleres son:
La falta de alternativas de inserción labororal y social, incrementa el número de personas marginales, transeúntes, etc., así como los costes sociales.
